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sábado, 3 de julio de 2021

Bienvenido Julio




Abro este blog haciendo honor al mes que comienza, porque para mí el mes de Julio es sinónimo de reencuentro familiar, de mañanas de playa, de paseos al atardecer, de cumplir años, de cenas con los amigos, de conocer otras ciudades.

En general, mis muchos Julios cumplidos, están llenos de bonitos recuerdos.

Hoy quiero recordar, aquellos que pasábamos en el Puerto de Motril, en la barriada de Santa Adela, en la casa de mis padres. 

Nosotros que somos tres hermanos y vivimos en sitios distintos, el verano era el momento de vernos.

Tan sólo un año coincidimos los tres y debió de ser una locura para mi madre a la hora de hacer la comida (¡13 personas!, entre mayores y pequeños, me decía mi madre el otro día, al recordárselo), pero imagino que el vernos todos juntos les compensaría a mis padres, así como, la hora de irnos también 😀.

Las mañanas eran para ir a la playa, darse un bañito, y coger ese morenito que luciríamos el resto del verano. De camino a casa, y para ir abriendo boca antes del almuerzo, parábamos en el bar para tomar una caña de cerveza ( o dos) y unas tapitas de pescaito frito, que tanto nos gustaba.

Los martes había mercadillo en Motril y no podíamos faltar. Era una distracción más. Telas, ropa, zapatos, cerámica, aceitunas…nunca veníamos con las manos vacías. Una tela bonita para hacer una blusa, un vestido fresquito para ir a la playa, unas chanclas… y a unos precios estupendos.

Las visitas al puerto pesquero eran por la tarde. Los barcos que llegaban cargados de pescado, los que salían a la pesca nocturna, la lonja donde vendían el pescado…

El colorido de un puerto.http://mardeconchas.blogspot.com/2016/11/el-colorido-de-un-puerto.html. De mi otro blog, compartido con mi hermana.

Algunas noches, después de cenar, nos íbamos al paseo marítimo de la playa de Poniente, a saborear un buen helado, y otras, sentados a la puerta de casa, tomabamos el fresquito y charlabamos con los vecinos.

Cómo no, las Fiestas del Carmen, formaban parte de esos días. Íbamos a ver a la Virgen embarcada, entrando en el Puerto, al anochecer, bajo los fuegos artificiales y paseábamos por la feria, comiendo un cucurucho de patatas fritas recién hechas.

Así fueron las vacaciones familiares durante muchos años, hasta que mis padres vendieron la casa y se vinieron  a vivir a Cádiz. Desde entonces, los encuentros son aquí, aunque no con la frecuencia de antes, y además, mi padre ya no está con nosotros; por estas razones, las vacaciones en el Puerto de Motril, serán siempre inolvidables.

Lola













1 comentario:

  1. Si, ojalá, pudiéramos volver. Yo también echo mucho de menos esos dias. Un beso

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